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16 may 2021

Practicando la mediación lingüística: apple crumble pie

 El miércoles pasado toqué el cielo con las manos como profesor de idiomas. Después de un año muy difícil para la impartición de las clases en general, y ―en particular― para una correcta enseñanza de lenguas extranjeras que necesitan una explicación de su fonética con mascarillas incluidas, en las últimas semanas hemos disfrutado de dos sesiones de mediación lingüística fantásticas: la cata de vinos, reflejada en la entrada anterior a ésta, y la elaboración de una tarta de manzana desmenuzada en el aula de idiomas: apple crumble pie.

Nunca antes ―a excepción de un taller de repostería creativa en el aula del Hospital de Los Dolores hace nueve años dentro del ciclo de "Gente interesante para gente interesada", a cargo de mi amiga y también profesora de inglés Beatriz Santana― habíamos elaborado un producto alimenticio dentro de un aula convencional. En esta ocasión trasformamos la clase en una improvisada cocina al más puro estilo "Master Chef", con horno portátil eléctrico incluido, y cocinilla de gas donde guisamos las manzanas. 


Virginia Monteverde preparó con esmero y cariño la receta en perfecto inglés e hizo participar a todos y cada uno de los compañeros de su grupo de B2 en la elaboración del postre. Como buena docente, aunque de distinta materia, y con el inglés como lengua de estudio, asignó un  rol a cada uno, y el aula se llenó de alegría, fogones y complicidad. Unos pelaban las manzanas, otros encendían el fuego, algunos leían en voz alta los pasos de la receta que había que seguir para hacer correctamente el pastel, y otros medían y controlaban las cantidades de los ingredientes. Fuimos, por un día, assistant chefs, o ayudantes de cocina.



Este tipo de actividad que, de manera voluntaria, se atreven a realizar los alumnos en una lengua extranjera, demuestran que realmente el aprendizaje y uso de un idioma debe ir encaminado a su función primordial que es la de ser una herramienta de comunicación, más allá de una materia del curriculum de las enseñanzas obligatorias, que se ha enfocado desgraciadamente durante las últimas décadas en el estudio casi exclusivo de su gramática y en la comprensión lectora. 

Esta experiencia nos debe animar como profesores y estudiantes de idiomas a seguir investigando nuevas actividades que fomenten la confianza en el hablante, y la maestría de una lengua a través de su uso práctico y social.   




¡Muchas gracias, Virginia, por trasmitirnos tu ilusión y tu amor por el mundo de la repostería (y los idiomas)! Y gracias a Elizabeth, Jéssica, Fabri, Benasco y José Luis por su colaboración tan eficiente con la cocinera y mediadora lingüística.








1 comentario:

Unknown dijo...

Fantástica profesora
Fantástica repostera... Y sobretodo
Un gran ser humano👏👏👏