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18 oct 2014

Taller de prevención del estrés para los profesores de la EOI de La Laguna

Ayer tuve la suerte de compartir conocimientos e intercambiar algunas experiencias con los profesores de la Escuela Oficial de Idiomas de La Laguna. Compañeros de profesión y amor por los idiomas, me transmitieron su preocupación por mantener a raya el estrés y adquirir unas buenas técnicas de prevención y manejo del mismo, que les pudieran ayudar en su labor profesional.


Invitado a impartir un taller de prevención del estrés y técnicas de relajación, como una acción puntual de formación organizada en colaboración con el Centro del Profesorado de La Laguna para este curso 2014-2015, acudí con toda mi ilusión por transmitirles los conocimientos y las estrategias que en los últimos doce años he adquirido fruto de mi investigación sobre el tema. La experiencia de haber dado cursos de formación a compañeros de primaria y secundaria,  a padres y alumnos, y mi afición por el quiromasaje y las terapias alternativas, me sirvieron para comprender mejor a estos profesionales que –aunque con estudiantes de características y motivaciones diferentes a los de primaria y secundaria- deben afrontar problemas similares que conllevan una considerable carga de ansiedad.



Tras iniciar el taller con una parte teórica sobre el origen del estrés, pasamos a practicar una serie de técnicas de relajación que incluyeron la respiración guiada, la relajación progresiva de Jackobson, una brevísima introducción al entrenamiento autógeno, y unas técnicas de automasaje y de masaje hindú de cabeza, que fue quizás para ellos la parte más innovadora. Todas estas técnicas tienen la particularidad de que se pueden practicar en casi cualquier entorno con un poco de tranquilidad, y son muy convenientes como estrategias de prevención en momentos de mayor esfuerzo y demanda laboral durante el curso escolar.

Desde aquí le quiero agradecer a todo el personal de la escuela –y en especial a Eva Gil- su confianza en contar conmigo para esta actividad, y su interés por aprender y mejorar como profesionales.

Adjunto, además, debajo de esta entrada, un artículo de opinión que escribí hace muchos años, pero que –desgraciadamente- no se ha quedado muy obsoleto en su contenido principal, que pretendía  en su momento hacernos reflexionar un poco más sobre el síndrome del estrés.

¿Estrés o no lo es?

M
i abuela lo llamaba agonía y, a veces, ‘magua’, dependiendo de si la ansiedad terminaba por asomar a la comisura de los ojos en forma de lágrima, en un intento de liberar el alma de pensamientos tristes. Después de seis hijos, criados a solas tras quedar viuda, un cáncer de pecho superado y otro de pulmón a medias, terminó venciendo con sus ganas de vivir y su enorme sentido del humor a todas las ansiedades posibles. No sé qué pensaría ahora de esta enfermedad que cada año ocasiona pérdidas millonarias y produce miles de bajas laborales.
Claro que la vida ha cambiado bastante desde su juventud. Ahora los hijos vienen casi sin hermanos, después de pruebas de amniocentesis y partos de alto riesgo, y forman parte de las estadísticas que nos alertan de que más de 51,1% de mujeres estuvieron de bajas por motivos “ginecológicos”, relacionados con estrés laboral, el año pasado. Aunque eso no pasa en ciertas tribus del Amazonas, en donde los hijos literalmente se les caen a sus madres del vientre y se presentan en el mundo sin sonrojarse lo más mínimo. La —a priori— maravillosa ‘Ley de Conciliación de la Vida Familiar y Laboral’ no ha facilitado en absoluto su incorporación al mundo laboral. Más bien nos hace recordar hasta qué punto estamos lejos de otros países más avanzados de Europa en este tema, y qué fácil sería mejorar esa ley y hacerla efectiva de verdad para la pareja. Mientras nos empeñamos en intentar adelantar a la vida por la derecha y cumplir con nuestras responsabilidades como padres y con nuestras obligaciones laborales, el estrés se va apoderando de nuestras mermadas energías y llegamos a pensar en por qué no podremos vivir como esos poblados indígenas, en donde la mejor guardería es la espalda de la madre. A lo mejor pensamos que la razón es que ahora los niños son más despiertos, ya que la mayoría de nosotros no fijábamos bien los pies hasta finales del primer año... A este mundo tan avanzado tecnológicamente se le ha olvidado crecer hacia dentro, y nos pasamos el día ahorrando tiempo con unas máquinas para invertirlo luego en otras. En este sentido tenía ya razón Tarzán cuando preguntaba a los porteadores de progreso que iban a su selva  a construir una vía ferroviaria para ganar más tiempo, “tiempo, ¿para qué?”, decía él.

El estrés se ha convertido en la enfermedad del siglo XXI, con unas terribles consecuencias que veremos a largo plazo. Lo malo es que nos cuesta creer que las cosas realmente importantes sólo caben en la agenda del corazón. Son las que detienen el tiempo y erradican la tristeza; para las que no hay cita posible, sino que esperan a ser abrazadas cuando se presentan. Confío en que, con las prisas, no se nos escape ese tren.

Artículo publicado en el periódico "La Opinión de Tenerife", el 20 de julio de 2004.