Mariano Gambín en el aula de Ataretaco

Cuando conocí a Mariano hace ya dos años, intuí en aquel momento que aquel iba a ser “el principio de una bonita amistad” (como dijo Humphrey Bogart en Casablanca)-al estilo  de lo que podría haber dicho uno de los personajes de sus libros. Cercano, sencillo, ingenioso y simpático, era muy difícil no trabar amistad con alguien así. Si, además, se trataba de un escritor que había conseguido que algunos de mis alumnos -que nunca habían leído  una novela- devoraran sus libros, y tuvieran interés por conocerlo, más fácil se me hacía el camino.

Después de haber leído en su momento “Ira Dei” y “El círculo platónico”, contacté con él para que viniera a nuestro centro de educación de adultos y nos hablara de sus libros y de la vocación de escritor. No siempre se tiene ocasión de conocer en persona a un escritor que poco a poco ha convertido sus libros en record de ventas en la literatura canaria moderna.  Aceptó de inmediato, y se ofreció a colaborar con cualquier actividad que se nos ocurriera organizar en torno a sus libros. Fruto de ese ofrecimiento aprendimos un poco más sobre sus textos y su vida en el Centro Multifuncional El Tranvía, en La Cuesta, y en el Casino de La Laguna, donde le hicimos una entrevista con una selección de preguntas elaboradas por todos los alumnos que se habían leído el libro en varios grupos del Centro  y lo habían trabajado en clase dentro del proyecto “La Laguna, ciudad de aprendizaje”.

El pasado martes tuvimos un encuentro más familiar con él en el aula de Ataretaco. En un ambiente desenfadado y con mucha pedagogía y sencillez, Mariano nos fue desvelando entre anécdotas y datos la intrahistoria de algunos de sus libros y de su recorrido en estos últimos años como escritor e historiador. Lo pasamos francamente bien, y le agradecemos desde aquí su colaboración desinteresada y el rato tan agradable que pasamos con él. Ahora ya sabe que tiene también muchos fans en Ataretaco.