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11 mar 2016

Quince días de noviembre

N
unca pensamos -los profesores- que tuviésemos que mandar a callar -a los alumnos- en la mesa redonda que llevamos a cabo con el escritor José Luis Correa, para que no le hicieran más preguntas y poder seguir con las actividades programadas, ni que al final de la misma nos pidieran el libro que seguía cronológicamente a la novela que da título a esta entrada, que han estado leyendo durante el primer trimestre, y que fue la semilla de este bonito proyecto.

Grupo de La Cuesta-tramo III con su profesor Enrique, en el barco

Grupo de Finca Pacho con sus profesores Eve y Jorge 

Grupo de La Cuesta-tramo IV
Todo esto empezó a principios de septiembre con la idea de seguir dinamizando la lectura entre nuestros alumnos. Desde el ámbito sociolingüístico se sugirió la idea de motivarlos con la excusa  de ir a la isla de Gran Canaria a conocer los escenarios en los que se había desarrollado la historia de la novela escrita por José Luis Correa. Ya habíamos hecho algo similar en el Centro con una de las novelas de Mariano Gambín, y pensamos que sería una oportunidad para sumar a otros compañeros y otras áreas en la aventura de leer. En este contexto surgió este proyecto que hemos llamado “15 días de noviembre”, y que ilustramos aquí.

Plena atención

En la mesa redonda con José Luis Correa


En pleno debate
Escuchando con mucho interés
La mañana comenzó algo difícil el pasado martes 8 de marzo,  ya que salimos con retraso del puerto de Santa Cruz con destino a Agaete. El estado de la mar nos auguraba una travesía movidita, y en efecto lo fue. A la ida tuvimos sólo un conato de mareo, pero a la vuelta la amenaza se convirtió en realidad, y más de cuatro alumnos tuvieron que hacer uso de las bolsas de mareo, a pesar de haber tomado una pastilla en previsión de lo que podía pasar.

Por fuera de la Biblioteca Insular

En la calle Triana, uno de los escenarios de la novela
Al llegar a puerto nos recibió Verónica, una excelente profesional y gran conocedora de la historia de las islas, que estaría con nosotros durante toda la jornada. De su mano fuimos a la mesa redonda que habíamos concertado con el escritor en la Biblioteca Insular. Allí fue donde supimos que había merecido la pena el organizar este viaje. La coordinadora del proyecto, Evelia Corujo, que con tanto celo y esfuerzo había redactado el proyecto y concertado todas y cada una de las actividades a realizar en la isla -de la que es natural-  no daba crédito a sus ojos cuando veía que poco a poco nuestros estudiantes fueron desgranando todo tipo de preguntas hacia el escritor que, de forma natural y con un gran dinamismo e ilusión iba respondiendo. Desde estas páginas agradecemos a José Luis su sencillez, humildad e ilusión por desvelar los entresijos de sus obras, algunas de las cuales han sido traducidas a varios idiomas.

El escritor, por fuera de donde situó la oficina
de Ricardo Blanco, en la calle Triana






La siguiente parada fue justamente en Triana, donde el protagonista de la novela, Ricardo Blanco (nombre por el cual citaron por error en un artículo de prensa hace unos días al escritor, evidenciando así la fuerza de su personaje de “novela gris” (como él la califica) tenía ubicada su oficina de investigación como detective. Tras pasear por Triana y conocer su historia a cargo de Verónica, dedicamos un tiempo a visitar y conocer algunos aspectos geológicos de la Playa de Las Canteras (otro enclave que sale en el libro).

Las Canteras, con La Puntilla al fondo
Finalmente, Juan Enrique, profesor de Sociales,  pudo comprobar en sus alumnos el interés por conocer los restos arqueológicos que se encuentran en el Museo de Las Cuevas Pintadas de Gáldar, último enclave que visitamos como parte del proyecto.


En el Museo de La Cueva Pintada de Gáldar

Desde aquí queremos, por un lado, agradecer a Verónica y a su agencia, la buena organización y el excelente trato recibido, haciéndonos sentir en todo momento “en casa”, y cuidando al detalle los tiempos y la organización de actividades. Por otro lado, y en especial, a José Luis Correa, por habernos dedicado toda una mañana, dentro de su agenda llena de trabajo y compromisos por compartir con nosotros un rato delicioso en torno a su libro y a la profesión (o afición en su caso) de escritor.  

Por fuera de la Iglesia de Gáldar, con nuestra guía, Verónica

Ahora sólo nos queda seguir leyendo con la promesa de nuevos proyectos que tendrán lugar en un futuro. En efecto, como dijo alguien, "la lectura lo cura todo".